Négone abrió las puertas de su mundo de fantasía en Nassica

A los simples curiosos les puede atrapar la sensación de reto, a los amantes de las nuevas emociones les gustará, a los aficionados a los video-juegos simplemente les fascinará.

Cuando uno franquea la puerta de Négone se da cuenta de que todo ha sido estudiado en sus más mínimos detalles. El ambiente del local es futurista como no podía ser de otro modo, pero no deja de parecer una gran discoteca de última moda. Enseguida empieza uno a descubrir que no es eso, pero que también habrá que menear el cuerpo, si se quiere, o que habrá que hincar un codo en la barra del bar mientras los demás se divierten. Para colmo, desde la cafetería, hay grandes pantallas en las que se puede ver, en todo momento, cómo evolucionan los aguerridos jugadores, por el interior de esa especie de reino de Minos que ha surgido en ArroyoCulebro-Getafe.

Según se entra, en un recibidor se invita a dejar todo lo que puede estorbar y se entrega a los intrépidos una muñequera dotada de una consola. Con ella podremos abrir multitud de puertas. Además, en su pantalla se irán reflejando los puntos que se van obteniendo y, en algunos casos, se nos indica la puerta que franquear (verde, roja, azul…) Pero también es en esa pequeña pantalla, que llevamos en la muñeca, en la que puede aparecer una calavera que nos hará abandonar el juego inmediatamente. En ese caso, dependiendo del nivel hasta el que hayamos conseguido llegar, nuestra irrupción el la zona de la cafetería será triunfal o un poco chocante. Está garantizado pasar un par de niveles. Pero a los que quedan eliminados en el tercero, se les obliga a abandonar el juego a través de una falsa rejilla del aire acondicionado; casi a cuatro patas. En cambio, los que lleguen hasta el cuarto nivel la sala láser; toda una experiencia en la que uno se sentirá el mismísimo Tom Cruise en una misión imposible tendrán el honor de salir por el falso ascensor. El juego consta de cinco niveles. El quinto es un laberinto, dentro del propio laberinto. El que lo supera, aparece por el lugar de honor a la vista de todo el que se encuentre en el bar saboreando su consumición que se ofrece de forma gratuita con el precio de la entrada.

Ingenio, vista, tacto y olfato
Quienes hayan visitado la Feria de la Ciencia tendrán una buena referencia para comprender cómo se van ganando. Existen, en el interior del laberinto, multitud de puntos a modo de cajero electrónicos, en los que cada jugador puede ir obteniendo puntos. Se pasa la pulsera por en panel y la pantalla de ese punto se activa. En algunos nos preguntarán algo y, como en la versión digital del Trivial Pursuit, tendremos que elegir entre cuatro opciones. Es decir, que también el azar tiene mucho que decir en este juego, pues existe un 25 por ciento de posibilidades de puntuar, aún sin conocer la respuesta. Pero, las cuestiones no son difíciles, aunque, como es lógico, se van complicando a medida que se superan niveles. Como ejemplo, una de las preguntas era la de que ¿cuál es el siguiente año al I antes de Cristo? Las opciones que se daban eran: 0 (A); I después de C. (B); II después de C. (C); y II antes de C. (D). La respuesta correcta es la (B). Pero, en esos mismo cajeros, también se puede poner a prueba la vista, el tacto y hasta el olfato del jugador. Hay que tocar con la punta de los dedos (toda la mano no cabe y quienes las tienen anchas cuentan con desventaja) todo tipo de objetos y ser capaz de reconocerlos. También, puede ser que al jugador se le invite a mirar por un lugar determinado y a descifrar qué representa el dibujo. Finalmente, hay multitud de puntos para quienes tienen desarrollado el sentido del olfato. Eso sí, conviene saber distinguir entre tomillo, romero, albahaca, clavo, anís y demás especias. No es tan sencillo, después de media hora de juego.

Un poco de ejercicio
Aunque no hay que tener una buena forma física para superar las dificultades, no viene mal tener un poco de agilidad. Hay que atravesar tubos en movimiento, rampas que vibran y lo más divertido una jaula llena de bolas. Pero no se trata de la típica bolera de parque de ocio infantil. En Négone las bolas tienen un metro de diámetro y llegan hasta formar montañas de tres metros de altura. Es más que probable que un jugador consiga ponerse en pie sobre una torre de pelotas y que debajo de él aparezcan tres o cuatro cabezas de otros tantos negonianos. No hay peligro: todo está calculado y el único riesgo es a partirse… de la risa.

Mira tus puntos en el ranking
Se acabe cuando se acabe, se hace con una serie de puntos. Con ellos, todavía en la muñeca, se puede acudir, ya fuera del laberinto, a uno de los ordenadores en los que podemos consultar qué lugar ocupamos dentro de la clasificación del día, o general. Conviene no desanimarse el primer día, pues es un juego en el que se progresa enseguida. Pero, además, en el mismo terminal de ordenador, podemos adoptar un nick para sucesivas partidas y hasta dejar nuestra dirección electrónica en la que recibiremos mensajes de la organización de Négone informando de las novedades de la compañía.

Más información en: http://www.negone.com.

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